domingo, 29 de septiembre de 2013

Remedón y de Amedentramiento

Un pie, de un umbral, de una puerta, de una casa: "Que sea una casa grande, de pisos blancos azulejados y que haya una ventanal enorme donde entre tanta luz de Sol como de Luna y que también entre la lluvia cuando nos digan que viene Tormenta y que viene con el miedo que se siente en las tormentas cuando no hay una mano que nos juegue con los dedos, cuando no hay ojo a quien guiñarle, cuando no hay boca a la que hablarle con los dientes.
Que tenga dos sillas y dos tazas de té, que la luz se filtre por las cortinas y que el gato duerma a los pies de la cama. Cuando haga calor, que sea antihistamínico y frío. Cuando haga frío, que sea frazada azul. A partir de agosto podría empezar a sonar un ruido a pajaritos y que un jazmín tosa perfume al cielo celestón. Si el despertador suena a las 7, que se alargue hasta 7.30 y con olor a tostadas y un beso de mañana, mañana, mañana, mañana.
Una casa: una habitación alcanza un domingo como hoy. Que esté bien afirmada en el suelo, en la tierra esa que se pone verde en primavera y se arruga de sed después si no hay agua que la bese de mañana, mañana temprano porque después se quema y se mueren las raíces y nos deja con la angustia de no saber cómo habría sido su flor, si algún día hubiera cambiado su humor. A-tiempo."

viernes, 20 de septiembre de 2013

soy de las que se lo toman en serio

Que me pongo el despertador a las 7 y me levanto a las 9, que siempre hago comida de más cuando cocino, que salgo una hora antes y llego tarde igual, que respondo neurótica e instantáneamente cada vez que me hablan, que me engancho sin querer y rápido, que vi mucho Floricienta, que el escepticismo es una reacción de miedo, que me escapo, que sigo esperando siempre algo, que corro a las paradas de colectivo todos los días y a veces no están, a veces se van, a veces me quedo sentada mirando a las personas y hacemos guerra de miradas. 
Todo se vuelve bélico. Un chico ayer me dijo que el hombre siempre quiere la guerra y yo le discutí, le dije que no. Que el mundo está peor que nunca y que vamos derecho al Apocalipsis en una década, pero que el hombre no quiere la guerra, no es como en el Siglo de Oro español. Yo hablaba de Neruda y del efecto invernadero a la vez, creo que él no entendió demasiado (y lo bien que hizo). Ahora creo que sí, que somos bélicos y que nos gusta eso de batallar contra algo siempre. Fui soldado contra mí, soy soldado contra los simplificadores ahora mismo.
Batallamos. Vamos directamente a una guerra interna, nos gustan los bandos enfrentándose: River-Boca, K - anti K, tu ex o tu chongo, Pepsi - Coca Cola, la Juntada - PO. Queremos elegir pero no queremos el costo de oportunidad, queremos saber pero no queremos leer el libro, queremos probar pero no queremos arriesgarnos. Somos en general una manga de histéricos que se pasan la vida escribiendo irónicamente en Twitter o poniendo canciones sobre nuestro estado anímico -que a nadie le interesa- en Facebook.

Hoy estoy así, entrecortada, tipo colación de media mañana, como un yogur con cereales sin azúcar. Light, desabrida. El único peso que arrastro es el de mí misma, y de que estoy sola. Pero siempre estamos solos, sólo que es gradual el nivel de insoportabilidad que toleramos de nosotros. Sin embargo, no nos queda otro remedio más que convivirnos... el problema real de hoy es: ¿Quién nos va a soportar además de nosotros mismos? ¿El gil que te gomea hace años, el novio-mártir al que le metiste los cuernos, el que conociste en la clase de francés, el amigo del amigo del amigo de, alguno de tus exs, un completo desconocido que te vas a cruzar en una noche de alcohol en Palermo?



Hoy no sé qué onda. Quizás estoy en drama-queen y ahogándome en un vaso de agua.
Siempre que llovió, paró.

jueves, 19 de septiembre de 2013

el lenguaje de las manos

Parece ser de la parentela de los pulpos:
se enreda, atrapa, nada
con sus tentáculos impares, uñificados.

Y tu mano es tan así, que a veces crece cuando se me acerca
y me deja de doler.
Y mi mano te busca, te encuentra, te recuerda y se esconde
si mirás como mirás

cuando dejamos de ser los dos y nos confundimos en tercera
cuando el plural le escupe los ojos al singular
cuando una patita dedal se engancha
se agrieta, se agita, se queda en el cuaderno



y deja formas de garabato
o de un gato,
porque sí, porque miedo
porque ¡ay! el tiempo,
porque a veces pasa así, y quiero
te.

Luna prima

Me dicen, pero generalmente soy yo.
Un día. Otra jornada. 24 horas más, para algunos 24 horas menos.
Hoy te vi, pasaste como un fantasma. Yo, tan cínica, no me moví para alcanzarte.
Me hundí.
La despedida nuestra es así, qué se le va a hacer. Vos allá, tan en el norte, y yo acá, tan submarina. El tiempo es el líquido donde nado. Hasta ahora me fui alargando, un poco chueca allá, una pierna así y el ojo asá, pero es algo que les pasa a todos. Después cuando la corriente nos vaya en contra nos vamos a achicar y a marchitar. Creo que se trata un poco de eso, ¿no? Ese algo que nos pasa a todos
Ahora cuando me pongo melancólica y pongo Wish you were here entiendo un poco más lo de la pecera. El tiempo, todo eso que se nos fue. ¿Acaso no es gracioso que festejemos el tiempo? Nos inventamos un festejo casi sintomáticamente como para contrarrestar nuestra finitud. El cumpleaños, el año nuevo, el primer beso, el aniversario. 
Y hoy te vi. 
En realidad no te vi, vi tus zapatos, tu pantalón y el saco de vestir,... tu nuca, en última instancia. Hoy, 19 de septiembre, porque las fechas son inútiles pero no tanto. Son signos, a veces nos significan algo. Para mí, la primera Luna llena así, con la última vez que te vi.

sábado, 7 de septiembre de 2013

¿Fiebre de sábado por la noche?

Es sábado y la espalda me hace nudos y moños y rulos y firuletes que duelen. 
Radiohead en replay.
Cierro los ojos y trato de acordarme de cosas lindas. Hace unos meses que me visitó G y comimos ñoquis que hice medio a las apuradas porque me quedé dormida. O la vez que me dieron una visita guiada al Jardín Botánico a los 15 años -no lo conocía, como tampoco conozco la Reserva Ecológica-. 
Las cosas lindas son tan oximorónicas como todas las cosas. Se van y se acumulan.



Quería escribir pero el mal ánimo ganó hoy.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Sobre puntos seguidos y finales.

¿Cómo?
¿Cuándo?
¿Por qué?
Son algunas de las preguntas que pueden surgirnos a las 00:32 a.m de un lunes. Pero no un lunes cualquiera: un lunes después de haber abandonado la relación que hasta hace un día manteníamos.
Es difícil ver y adquirir la nueva perspectiva medio forzada medio consensuada. No más esa voz, esa mirada, esa piel, ese viaje de colectivo. No más esa manera de preparar café o de despertarse a la mañana. Nos negamos: nos aferramos con las uñas y los dientes al hilito deshilachado que nuestro amor nos ha dejado o bien por accidente o bien por lástima para que nosotros produzcamos una cantidad inmensa de fábulas y de posibles caminos de "regreso".

"¿Y ahora qué?" es la pregunta primera y más urgente. La sensación de vacío se asemeja a no haber comido nada durante una eternidad. Desesperamos, abusamos de nuestra calidad de víctimas, aguardamos señales místicas, revisamos compulsivamente el gtalk, vivimos en un loop de temas lentos como la versión en vivo de Gilmour de Wish you were here y a Elton John en Sorry seems to be the hardest word, perdemos eternidades pensando en qué y cómo y en cuándo estará haciendo en este momento, chequeamos si vio el whatsapp e inventamos posibles desarrollos ordinarios de su día de acuerdo a las observaciones, aguardamos regresos repentinos y apasionados dignos de una escena de reencuentro fílmico en el aeropuerto, e incluso acudimos indiscriminadamente a la quiromancia y al horóscopo. Es así, tal como lo ha anticipado Borges en 1964: "Ya no es mágico el mundo. Te han dejado." La rutina, y por estas alturas nuestro "todo", se ve reducido a un puñado de polvo que se va esparciendo y dispersando cada día un poco más lejos. ¿Quién se atrevería a la tarea de reunir toda esa arena en una gran piedra de nuevo?

Me pongo triste y sentimental. Quizás los extrañaremos siempre, o quizás sea lo que queremos pensar en este momento crítico para que suene menos feo.Clasifico a este tipo de eventos a través de puntos seguidos y finales. "Al menos ahora que sea punto suspensivo" y uno puede dormir en paz. Que nadie se sienta privado de consumir cuanto placebo encuentre: las mentiras blancas existen y sobre todo cuando son las que nos permiten soportarnos durante dos semanas. No importa entender cómo hace tanto esa persona era un refugio y hoy es el huracán Katrina, importa que realmente nos lo creamos y podamos desprendernos con la menor secuela posible. Lloremos, rodemos por el suelo y veamos The Notebook tres veces en un fin de semana. No se trata de elegancia, se trata de salud emocional. Eso sí: llamar, jamás. Hay que poner en práctica el refrán "El que se va sin que lo echen..." y regodearnos como cerdos en nuestra mugre-miseria de soledad para pensar que lo mejor está por venir. Y quizás, en un mundo posible... ¡Ni siquiera incluya una célula epitelial de la persona en cuestión!

Y todo esto quizás sea porque hoy iba a ser un aniversario y resulta que sólo es lunes, o porque todavía no comiste suficiente chocolate. En última instancia, Borges, whisky y a la cama:
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar.